CARTA A MENESIANOS:
En noviembre llegué a Menesianos con muchos nervios, incertidumbres y ganas; ganas de conocer la realidad a la que me iba a encontrar los siguientes meses. Esa realidad ha estado cargada de emociones día a día, en la que he podido descubrir que el esfuerzo y la constancia durante el grado merece la pena, poder llevar a la práctica lo aprendido con vosotros ha sido un regalo.
Dalai Lama dijo “Cuando educamos las mentes de nuestra juventud, no debemos olvidar educar sus corazones”, en el Centro Menesiano he podido ver la importancia de educar desde el amor, con oportunidades y aprendiendo de los errores que todos podemos cometer. Siendo esta mi primera oportunidad en este ámbito, llegando con pocos conocimientos y muchos miedos, como el miedo al error y al desconocimiento; que poco a poco fueron esfumándose y siendo parte del aprendizaje. Momentos donde no he sabido que hacer o cómo actuar, pero gracias a vosotros he podido aprender de ello, gracias a todos los educadores que de alguna forma me habéis echado una mano.
He podido dar, gracias a vosotros, grandes pasos que en un futuro como educadora social y que correrán a mi favor; aprendiendo desde la Pedagogía Menesiana a como centrarme en la persona, su individualidad y sus avances. Gracias a esto lograr un trato más cercano y provechoso para la sociedad.
Para mí estas prácticas han sido una gran oportunidad de mejora, desde la universidad he aprendido gran parte de la teoría y que he visto reflejada en el centro, pero esa formación en el entorno de los menores o en la Educación de calle ha sido gracias a estas prácticas.
Por supuesto, estas prácticas no hubieran sido lo mismo sin todos las chicas y los chicos de los diferentes programas, a los cuales también quiero dar las gracias por su acogida y su cariño durante estas semanas.
Daros las gracias a todos los educadores se queda corto, me habéis demostrado la gran familia que sois, que el trabajo en equipo es mucho más fuerte y satisfactorio. Gracias a Rober, Ana, Alejandra, Laura, Candy, María, Pedro, Nico, César, Fátima… con los que he podido compartir estas tardes y, que os puedo asegurar, sois grandes educadores con grandes corazones.
Ojalá algún día encontrarnos en este maravilloso mundo de la educación, os deseo todo lo mejor.
Un abrazo, Raquel